EPÍLOGO

 

Nuestra Democracia, con muchos esfuerzos, viene emergiendo de la ruina que la Dictadura provocó al extraordinario movimiento científico, propiciado por la Institución Libre de Enseñanza (ILE) y la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE). Con estas instituciones se alcanzaron cotas avanzadas en ciencia y progreso durante los 50 años previos al Franquismo, homologables con los países más avanzados de Europa y del mundo. Las primeras órdenes de Franco fueron eliminar cualquier vestigio de la ILE y sustituir la JAE por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Este nuevo organismo nada tenía que ver con la JAE, era otra cosa, era un organismo a medida del nuevo Régimen. Por eso, la inmensa mayoría de los científicos y de la cultura española fueron al exilio exterior o fueron depurados en un exilio interior o salvajemente asesinados por la Dictadura. Esta Exposición quiere poner de manifiesto que la guerra civil y la dictadura fueron inútiles, constituyeron un gran fracaso, que no se redime únicamente con el pacto Constitucional del 78, sino con la convicción y determinación de que la libertad y la democracia son el único camino de la ciencia y el progreso, pues la ciencia es crítica, es libertad, totalmente incompatible con las dictaduras y el pensamiento único. 

¿Nos imaginamos cómo sería la España de hoy con el nivel educativo, de ciencia y progreso adquiridos desde el siglo XIX y primera mitad del siglo XX, si Franco hubiera respetado el Estado Constitucional, que representaba la República?

En los 43 años de Democracia España ha ido avanzando en la restauración del espíritu de la ILE a través de su sistema educativo, a pesar de la resistencia de los nostálgicos del anterior régimen. A día de hoy, sí podemos decir que el CSIC y la Universidad de la Democracia son herederos de aquella importante y eficaz institución. La comunidad científica tiene asumido que vale la pena trabajar para el CSIC y que la investigación desarrollada en su seno es de la máxima calidad. Las Universidades de la democracia también han sabido transformar su profesorado, fomentando la formación internacional e incluyendo la investigación entre sus competencias prioritarias. La investigación que se realiza en el CSIC, como en la Universidad, es de referencia en el escenario nacional e internacional, potenciando la creación de Centros de Investigación Nacionales y Autonómicos, como el Centro de Regulación Genómica (CRG) en Barcelona, el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) en Madrid, Instituto de Astrofísica de Canarias, etc

La investigación en España está valorada con éxito en los procesos de evaluación y en conseguir financiación competitiva a través de los mecanismos públicos, nacionales e internacionales. Hoy es un orgullo para científicos e instituciones llevar las siglas CSIC y de las Universidades españolas en su currículum. 

 Cuando España ha prosperado más en ciencia, ha sido con gobiernos democráticos y progresistas. Los partidos conservadores, con sus políticas neoliberales, bastante alejados del liberalismo de la época Cajal, siguen enviando al “exilio” a no pocos científicos, en especial las jóvenes promesas. Además, las políticas conservadoras se resisten a apoyar la educación pública y la ciencia, optando por una economía débil, en la que se prima la pequeña y mediana empresa, que constituyen el 96% de las empresas en España. Se suma a ello que el principal motor de nuestra economía es el turismo, al que le siguen la construcción y servicios, lo que añade más debilidad a nuestra estructura productiva. No nos extrañe, pues, que ante cualquier acometida de la economía (Lehman Brothers, COVID19, etc.) nuestra estructura económica se resienta.  

Urge, pues, cambiar el sistema productivo en España, apostando por la Ciencia, que es apostar por la sociedad del conocimiento, las nuevas tecnologías, las energías renovables, el cambio climático, las ciencias de la salud, la industria, el I + D e I + D + i, etc. 

Los científicos en general se quejan de falta de apoyos económicos para atender las demandas de la ciencia. Llevan razón. Por eso, el reto de la modernidad exige más financiación para la educación pública y la ciencia, con el fin de conseguir las metas que nos señalaron nuestros exiliados, depurados y ejecutados por el franquismo. Con estos propósitos, esta EXPOSICIÓN es el mejor tributo y el mayor homenaje a tanto sacrificio.

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