PANELES 5 A 8: ESCUELA DE CAJAL

 

Jorge Fco. Tello y sus discípulos en un homenaje a Bielchowzky. De izquierda a derecha (sentados): Tello, Bielchowzky, Villaverde, Herrera, Ramón Martínez Pérez.    (De pie) Sanz, Bielchowzky (hijo), Fernando de Castro, Rodríguez Pérez, Calvo, Rodríguez Puchol.

JORGE FRANCISCO TELLO MUÑOZ (1880-1958). 
Fue un eminente histopatólogo y bacteriólogo, que renovó la sanidad del Estado trabajando desde sus puestos como jefe de sección de epidemiología del Instituto Nacional de Higiene «Alfonso XIII», como director de Instituto (1920-1934) y como inspector general de Sanidad, junto con un selecto grupo de colaboradores. Siguiendo los pasos de Cajal, Tello realiza sus trabajos sobre la neurogénesis temprana, la degeneración y regeneración del sistema nervioso, la respuesta de las células nerviosas durante el proceso de hibernación de los mamíferos y sobre la estructura del colículo superior; trabajos que fueron de gran trascendencia y han visto actualmente un reverdecer de su importancia para  la Neurociencia moderna, con los que confirma el neurotropismo y se convierte en “el mejor paladín con que contó la hipótesis neurotrópica formulada por Cajal” según Fernando de Castro Soubriet. Jorge F. Tello, como continuador de la Escuela de Cajal,  es el único que sigue creando escuela: Ramón Martínez Pérez, Juan Miguel Herrera Bollo, Gonzalo Urgoiti, Antonio Pedro Rodríguez Pérez, José Luis Arteta Algibez, Julio Rodríguez Puchol, Mariano Górriz y Joaquín Alonso. En la siguiente imagen se muestran algunos de estos, tal y como relatan los testimonios de su discípulo Fernando de Castro, así como el de la secretaria de D. Santiago, Enriqueta Lewy.

DOMINGO SÁNCHEZ SÁNCHEZ (1860-1947). 

Salmantino de Fuenteguinaldo. A partir de 1904 estudia las cadenas ganglionares, los nervios periféricos y las terminaciones motoras de insectos y sanguijuelas  (hallazgos suplementarios para rebatir al reticularismo en el sistema nervioso de invertebrados), una vez que Cajal, durante la primera época del Laboratorio de Investigaciones Biológicas (LIB), completa su gran tratado  “La Textura del Sistema Nervioso del Hombre y los Vertebrados” (1899-1904) e inicia sus estudios sobre la degeneración y la regeneración del sistema nervioso. Domingo Sánchez delinea los fenómenos de histólisis en el sistema nervioso de las larvas de insectos y el necesario neo-histogénesis por las que éstas adquieren su aspecto adulto con la metamorfosis. Aunque entró a trabajar con Cajal a una edad tardía (tenía cuarenta y dos años), su relación con Cajal fue importante, acometiendo conjuntamente primero y en solitario después el estudio del sistema nervioso de los invertebrados sobre los que Cajal también estaba interesado para comprobar su posible semejanza con el ser humano. Importantes son también los estudios realizados conjuntamente con Cajal, quizás los más importantes, sobre los centros ópticos de los insectos y sus magníficas preparaciones sobre la retina.

NICOLÁS ACHÚCARRO LUND (1880-1918). 


C
omenzó la carrera de médico en el Colegio de San Carlos, Facultad de Medicina de la Universidad Central de Madrid, donde fue discípulo de Juan Madinaveitia y de su futuro colega Santiago Ramón y Cajal, por entonces profesor de Histología.

En otoño de 1899, viajó con su hermano Juan Luis a Alemania, donde cursó las asignaturas de patología, química y fisiología en la Universidad de Marburg. Tras la muerte de su hermano por tuberculosis, regresó a Madrid, donde cursaría por libre los tres últimos años de la licenciatura en Medicina. Después realiza estancias de investigación en París (visita la clínica de Pierre Marie en el Hospital de la Salpêtrière), Florencia (Clínica de San Salvi). Regresa de nuevo a Alemania, donde permanece tres años en Munich trabajando en la clínica de Kraepelin y en el laboratorio de Alois Alzheimer (el primer científico que descubre la demencia senil). En 1906 se doctoró en Madrid, para volver rápidamente a Alemania.

En 1908 fue nombrado jefe del servicio de anatomía patológica del hospital psiquiátrico de Washington. A su regreso a España en 1910 se incorporó como ayudante de Ramón y Cajal. Su obra es importante en el aspecto descriptivo (estudio de hechos fundamentales en la neuroglía) y en el técnico (nuevas técnicas de impregnación metálica del tejido nervioso). Así mismo investigó sobre el alcoholismo, parálisis general y la demencia senil. En 1911, se incorpora al Laboratorio de Investigaciones Biológicas (LIB).


PÍO DEL RÍO HORTEGA (1882 -1945)


Cuando Ramón y Cajal hace su descubrimiento, empezamos a saber que hay células, después se llamarán neuronas, otras que se llaman astrocitos, que son las células principales y más numerosas, que asumen un elevado número de funciones clave para la realización de la actividad nerviosa, pero Pío del Río descubre el llamado   tercer elemento del sistema nervioso, que favorece la transmisión rápida del impulso del sistema nervioso, con una velocidad de entre 50 y 100 metros por segundo. Este tercer elemento se compone de dos tipos de células: El primero, Microglía o “células de Hortega”. Funcionan como “guardianes” del sistema nervioso, limpiando los desechos celulares y las célula apoptóticas por fagocitosis, y nos protegen contra las infecciones, retiran el daño y preparan el tejido para que se intente reparar cuando sea posible su reparación; el segundo tipo son los oligodendrocitos, células de glía, que en el sistema nervioso central forman la vaina de mielina, un tejido graso que favorece la transmisión rápida del impulso nervioso y que cubren a los axones.  Los oligodendrocitos con la mielina son las células que mueren en la con la enfermedad de esclerosis enfermedad de  múltiple.


GONZALO RODRÍGUEZ LAFORA (1886-1971). 


Nacido y fallecido en Madrid, fue discípulo de Nicolás Achúcarro. Tras su licenciatura en Madrid (1907), obtuvo una beca de la JAE, que le llevó a Alemania, en donde se especializó en la Clínica Neurológica de Munich. En 1910 sustituyó a Nicolás Achúcarro en el Hospital mental de Washington Estados Unidos), con Franz. En 1911 describió la  llamada enfermedad de Lafora, por la que es sobre todo conocido. Esta enfermedad es la epilepsia mioclónica progresiva, una afección genética de inicio en la adolescencia que provoca epilepsia, demencia progresiva, ceguera cortical y la muerte en 5 a 10 años. En 1912 regresó a España y, como discípulo de Nicolás Achúcarro, continuó su labor en Madrid, en donde empezó a trabajar en el Laboratorio de Fisiología Experimental del Sistema Nervioso con Santiago Ramón y Cajal. Difundió el psicoanálisis a través de conferencias, aunque reprochaba a la teoría freudiana su pansexualismo y su dogmatismo,  considerándola sólo como una psicoterapia más entre otras.  Desarrolló una amplia actividad en el estudio de los tumores del sistema nervioso, las demencias orgánicas, las alteraciones infecciosas y las enfermedades del sistema extrapiramidal. 

Durante la Guerra Civil, su pasado republicano le obligó a emigrar, exiliándose en 1938 a Méjico.

FERNANDO DE CASTRO RODRÍGUEZ (1896-1967)

En 1922 se doctoró en la Universidad de Madrid con su trabajo sobre la estructura de los ganglios sensitivos y simpáticos en estado normal y patológico. Esta línea de investigación supuso el primer reconocimiento científico de Fernando de Castro, que fue considerado durante décadas el mayor especialista del tema, junto al ruso Lawrentjev, y motivo por el cual fue invitado por Wilder Penfield a redactar los capítulos correspondientes en su célebre tratado de neurología. Además, este trabajo le granjeó la distinción de su maestro Ramón y Cajal, quien supo reconocer la inusual destreza adquirida por su joven discípulo en la técnica histológica, lo que le llevaría a elegirle para publicar conjuntamente el libro “Elementos de técnica micrográfica del sistema nervioso”, publicado en 1933 y en el que se compendiaban todas las técnicas y protocolos desarrollados por la denominada Escuela Española de Neurología o Escuela de Cajal. Con su tesis doctoral Castro se convierte en un experto en la histología de los ganglios sensitivos y simpáticos de los mamíferos, tanto en estado normal y patológico; recibe por ello el Premio Rodríguez Abaytúa, de la RANM, en 1923. Sus destrezas neurohistológicas hacen que Cajal le designe como supervisor de todos los visitantes que pasaron por el ya Instituto Cajal entre 1924 y 1932. Cabe destacar el futuro Premio Nobel 1945, Howard Florey.

En torno a1925, Fernando de Castro acomete el estudio de la inervación sensorial de la región aorto-carotídea, donde distinguió los barorreceptores (que detectan los cambios de presión de los vasos sanguíneos) de los quimiorreceptores (que detectan los cambios en la composición química de la sangre), situando éstos en una dilatación de la arteria carótida interna llamada “glomuscaroticum”, lo que quizá deba ser considerada su mayor contribución científica, ya que se trata de la primera descripción de un quimiorreceptor.

Así, Fernando de Castro asentaba las bases anatómicas de los reflejos cardio-respiratorios descritos por el fisiólogo alemán Heinrich Hering unos pocos años antes y, además, orientaba al fisio-farmacólogo belga Corneille Heymans al estudio del “glomuscaroticum” como centro de los reflejos quiosensoriales, al que visitó en la Universidad de Gante y haciéndole reorientar a éste y sus discípulos en la senda que le llevaría a obtener el Premio Nobel de fisiología o Medicina en 1938. Muchos miembros de la comunidad científica internacional, incluida la propia Academia, consideraron y consideran que Fernando de Castro debió compartir el Premio Nobel con el belga Heymans.

Durante la Guerra Civil Española, fueron Fernando de Castro y Jorge Francisco Tello los discípulos de Cajal que se encargaron de defender el Instituto Cajal, algo que cumplieron con estoica eficacia, desafiando los peligros, derivados de que Madrid fuera frente de guerra durante casi toda la contienda. Finalizada ésta, Fernando de Castro constituyó el Museo Cajal, dentro del Instituto, y fue desposeído de su cátedra en la Universidad por motivos políticos, hasta que en 1950 fue repuesto en la misma. Hasta su muerte en 1967, Fernando de Castro fue, quizás, el más genuino representante de la Escuela de Cajal.


RAFAEL LORENTE DE NÓ (1902-1990)

El zaragozano Rafael Lorente de Nó llega al Instituto Cajal como sobresaliente estudiante de Medicina, para convertirse en uno de los más brillantes exponentes de la Escuela Neurológica Española. Consagrado como histólogo con seminales estudios de los núcleos acústico-vestibulares se forma en 1924 junto a los “localizacionistas cerebrales” Oskar y Cécile Vogt, Premio Nobel de 1914 (“por su trabajo en la fisiología y patología del aparato vestibular”). Regresó a principios de 1929 como jefe del primer Servicio de Otorrinolaringología abierto en España (Casa de Salud de Valdecilla, Santander)

En mayo de 1931 fue a Estados Unidos, al Central Institute for the Deaf, en la Washington University, frustrado por las escasas posibilidades de investigación en España, definiéndose a sí mismo como un exiliado, forzado a marcharse para progresar en su carrera. Ya no volvería a España.

Continúa sus trabajos en la organización del sistema acústico-vestibular y sus implicaciones con los reflejos oculares, describe la tonotopía del nervio coclear; es el primero en establecer la organización columnar de la corteza cerebral (1933) y los circuitos recurrentes en el neocórtex y el sistema óculo-motor (concepto revolucionario para la incipiente Cibernética; regionaliza el hipocampo en CA1, CA2 y CA3; finalmente, reseña el retardo y la sumación sinápticas (1935). En 1936, Lorente se instala en la Rockefeller University (Nueva York) para estudiar la transmisión de los impulsos nerviosos junto a Joseph Erlanger, quien comparte el Premio Nobel en Fisiología o Medicina 1944 con Herbert Gasser. Lorente ejerce gran influencia en la Neurofisiología de finales de la década de 1940 y principios de 1950; su enorme creatividad combina perspectiva interdisciplinar con conocimientos biológicos, químicos y físico-matemáticos de forma magistral, por lo que es propuesto en cuatro ocasiones al Premio Nobel (1949, 1950, 1952 y 1953),

Tras la muerte de todos los discípulos relevantes en sus diferentes “exilios”, Rafael Lorente de Nó quedará como el último de los miembros significativos de la Escuela Neurológica Española hasta su muerte en Tucson (Arizona) en 1990.

ANTONIO PEDRO RODRÍGUEZ PÉREZ (1912-1964)

Murciano y último discípulo de Ramón y Cajal. Posee una exhaustiva producción científica: 141 trabajos publicados entre 1932-937 a 4 trabajos por año y entre 1947 hasta su muerte (1964) una media de 9 trabajos por año:

 -El estudio de la sinapsis y las células gliales que intervienen en ella. A estos dedicó gran parte de su investigación morfológica del Sistema Nervioso Central y objeto de síntesis doctoral sobre microglía.

-La Histología de la piel, en la que le instruye en su primer trabajo el propio Cajal, Fernando de Castro y Ramón Martínez Pérez, discípulo de J. F. Tello.

-Los corpúsculos sensitivos en los glomus aórtico y carotídeo es otra línea de trabajo en la que colabora con su maestro Fernando de Castro.

-Como microbiólogo, siendo estudiante, se inicia en la investigación del bacilo de Koch con Gonzalo Urgoiti, otro discípulo de Tello. Fruto de sus primeros trabajos es también el estudio anatomopatológico de las lesiones producidas por el micobacterium leprae o bacilo de Hansen.

-Realizó otros trabajos en dermatología y endocrinología.


-Con una beca de la Fundación Juan March marchó a Argentina con Eduardo de Robertis y Amanda Pellegrino de Iraldi. Una vez instruido, colaboró con ellos en la investigación de los transmisores del impulso nervioso en la sinapsis, en los corpúsculos sensitivos de la piel de Grandry y Herbst.

 

Ejerció también la docencia en distintos momentos de su vida, especialmente en América como profesor de Histología en las universidades de Mérida (Venezuela) y Medellín (Colombia). Entre 1954 y 1956 fue profesor encargado de curso de Histología de la Facultad de Medicina de Madrid, siendo titular de la cátedra Fernando de Castro.


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