La persecución no terminó con el exilio, también encontró su proyección en aquéllos que se quedaron o retornaron a España, terminada la Guerra Civil.
Las palabras pronunciadas por el ministro de Educación Nacional, José Ibáñez Martín en Valladolid, al inaugurar el Curso académico de 1940, justificaban la depuración y expulsión de sus cátedras y de la universidad de una enorme cantidad de científicos e intelectuales, palabras reveladoras del espíritu que iba a informar la política científica y universitaria del franquismo en los primeros decenios de su existencia (Documento 8).
La depuración y expulsión de sus cátedras y de la universidad afectó a numerosos científicos e intelectuales que permanecieron en España o regresaron al poco de finalizar la guerra, mediante los infames expedientes de depuración, iniciando un doloroso exilio interior, en el que quedaron desbaratadas sus carreras científicas.
Ortega y Gasset |
EL EXILIO INTERIOR: FUSILADOS
Otros, con peor suerte, fueron fusilados, como los rectores de la Universidad de Oviedo, Leopoldo Alas y García Argüelles, hijo de Leopoldo Alas Clarín; de la Universidad de Valencia Juan B. Peset, y de la Universidad de Granada, Salvador Vila Hernández, discípulo de Unamuno, o los catedráticos Castro Prieto Carrasco, catedrático de Anatomía Patológica de la Universidad de Salamanca, Arturo Pérez Martín, catedrático de Física Teórica y Experimental y vicerrector de la Universidad de Valladolid, Roberto Araujo García, catedrático de Análisis Matemático de la Universidad de Valencia, Joaquín García Labella, catedrático de Derecho Político de la Universidad de Granada, Rafael García Duarte, catedrático de Pediatría de la Universidad de Granada, José Palanco Romero, catedrático de Historia de España y Decano de la Facultad de la Universidad de Granada, o la muerte en el campo de concentración de Julián Besteiro Fernández, catedrático de Lógica de la Universidad de Madrid por citar algunos de los más relevantes. El falangista Laín Entralgo comprometido con la dictadura en su primera etapa, quiso descargar su conciencia mediante un escrito, reconociendo las atrocidades cometidas. (Documento 7).
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