PANEL 9: ALGUNOS MURCIANOS EN LA EDAD DE PLATA

AMALIO GIMENO Y CABAÑAS (Cartagena, 3.5.1852-Madrid, 13.9.1936). 

Fue médico y científico. Durante el reinado de Alfonso XIII, y como afiliado al Partido Liberal, fue ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, lo que aprovechó para impulsar la fundación de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE) en 1907; también fue Ministro de Marina, de Gobernación, de Fomento y de Estado. 

Tras estudiar Medicina en la Universidad Central de Madrid, obtiene la cátedra de Patología en la Universidad de Santiago de Compostela (1875); de Terapéutica en la Universidad de Valencia (1877). Se traslada a Madrid en 1888 al obtener la cátedra de Higiene Privada y Pública en la Universidad Central y en 1891 la de Patología Médica. En la epidemia de cólera que asoló España en 1885, llevó a cabo la vacunación masiva de la población, siguiendo las teorías de Koch y del doctor Ferrán. Fue presidente de la Real Academia Nacional de Medicina.entre sus obras científicas destacan Tratado elemental de terapéutica (1877), Tratado de patología general (1885 - 1886) y La inoculación preventiva contra el cólera morbo asiático.

LUIS CALANDRE IBÁÑEZ (Cartagena, 26-5-1890 - Madrid, 29-9-1961) 

Fue un médico, cardiólogo e histólogo español. Se le considera introductor de las técnicas modernas de la cardiología. ​

Antes de terminar la carrea, en 1910, debido a las dificultades económicas de su familia, se ve obligado a solicitar una pensión de la JAE, que no consigue por no haber terminado aun la carrera. En 1912 vuelve a solicitar de nuevo la ayuda de la JAE, que por fin consigue y marcha a Berlín, en donde estudia Fisiología en Berlín (1912), especializándose en cardiología, sobre la que llegó a tener fama internacional. Fue discípulo de Nicolás Achúcarro. Por sus trabajos y compromiso con la Institución Libre de Enseñanza se relacionó con Santiago Ramón y Cajal, Francisco Giner de los Ríos, Cossío o Gustavo Pittaluga Fattorini. Fundó la revista Cardiología y Hematología (1921-1936). Fue médico de la Residencia de Estudiantes, y la Junta para Ampliación de Estudios (JAE) le nombró director del Laboratorio de Histología, donde desarrolló labor docente. Más tarde fue nombrado vicepresidente del Comité Central de la Cruz Roja, siendo director del Servicio de Cardiología del Hospital Central de la Cruz Roja San José y Santa Adela entre 1925 y 1933, ambos en Madrid. En su última etapa fue jefe del Departamento de Cardiología de la Cruz Roja de la capital española.

La victoria franquista condenó a Luis Calandre al llamado «exilio interior», siendo sometido a dos procesos sucesivos que incluso le llevaron a prisión, por lo que no volvió a desempeñar cargo oficial alguno y en 1941 fue sancionado por el Colegio de Médicos con privación del ejercicio de su profesión en Madrid durante cinco años. (Ver Panel 13) 

LUIS VALENCIANO GAYÁ (Murcia, 6 de mayo de 1905). 

Fue  discípulo de Gonzalo Rodríguez Lafora, y a su través de Pío del Río Hortega, aunque su dedicación fue enteramente a la psiquiatría, recién terminada la carrera le surge la oportunidad de incorporarse a la clínica privada de Lafora. Comenzando su andadura como médico interno en el Sanatorio Neuropático de Carabanchel Bajo, formando parte de la denominada “escuela de Lafora”, y allí (1927) empieza el estudio teórico y la experiencia práctica de la psiquiatría. Llegó a ser un gran clínico y científico, destacando como psiquiatra, como psicólogo y como historiador de la Psiquiatría. Su análisis de las tesis de José Ortega y Gasset en la interpretación de los delirios fue realmente importante teniendo gran impacto en las publicaciones alemanas. En su estudio sobre la psicopatología de los delirios aportó brillantes ideas, en base a una transformación de las creencias, un fallo de la estructura credencial normal, delimitando tanto clínica como conceptualmente el proceso de su propio desarrollo. Este fallo tiene para él un carácter primario en la esquizofrenia paranoide. Propuso el término de psicosis unitaria para referirse a la psicosis única. Fundó con Román Alberca Lorente la denominada escuela murciana de Psiquiatría. 

ROMÁN ALBERCA  LORENTE, (Alcázar de San Juan, Ciudad Real, 30-09-1903 – Valencia, 31-12-1966). 

Cursa los estudios de Medicina en la Universidad de Madrid, licenciándose con premio extraordinario en 1925. Se forma en Histopatología con Pío del Río Hortega y en Psiquiatría con José Sanchis Banús. En 1925 obtiene una beca de la Junta de Ampliación de Estudios para trabajar en Histopatología de la esquizofrenia con D. Mott en Londres. En 1926 marcha a París para trabajar en el Instituto Pasteur bajo la dirección de Constantin Levaditi en anatomía patológica de las encefalitis. A pesar de las ofertas para continuar en París o para trasladarse con Penfield a los Estados Unidos, decide regresar a España. En 1927 lee su tesis doctoral sobre Estudio histopatológico de la encefalitis experimental, a la que se concede el premio Rodríguez Abaytua al ser considerada como la mejor de ese año. En 1928 gana la oposición a director de manicomio. Escoge Murcia, a donde se traslada para dirigir su establecimiento psiquiátrico. En 1950 obtuvo por oposición la cátedra de Psiquiatría de Salamanca. Ese mismo año, se traslada por concurso a Valencia y allí crea, en 1965, la Escuela de Formación en Psiquiatría de Valencia, que compagina con la dirección del Manicomio de Murcia.

La obra de Alberca puede ser dividida en cuatro apartados: Histopatología del sistema nervioso, Neurología, Psiquiatría y sus publicaciones en otros campos del saber. Como histopatólogo y como neurólogo hizo aportaciones importantes a las encefalitis, entre las que destaca la monografía Neuroaxitis ectótropa (1943). La gran aportación de Alberca fue demostrar que lo básico es la afinidad del virus herpético por el ectodermo, y, en consecuencia, la afectación de la célula nerviosa y la distribución topográfica de las lesiones, dos hechos que permiten una caracterización de todas las encefalitis víricas y una relativa individualización de cada una de ellas. Sus conclusiones en este sentido son plenamente válidas en el momento actual.