CSIC |
El crecimiento económico de los años sesenta se hizo sobre la base de un proceso acelerado de industrialización absolutamente dependiente del capital extranjero.
El CSIC y el INI, presidido por Juan Antonio Suances, constituyeron el tejido del sistema tecnológico español de aquella época. Una etapa caracterizada en el ámbito científico-tecnológico por el predominio de los militares, a través de su control del ministerio de Industria y Comercio. El nacimiento, auspiciado desde el INI de empresas como: Empresa Nacional Calvo Sotelo (E.N.CA.SO.) para la fabricación de hidrocarburos, Construcciones Aeronáuticas Sociedad Anónima (CASA) y Centro de Estudios Técnicos de la Automoción (CETA), junto con la promoción del Patronato Juan de la Cierva, vinculado al CSIC y presidido por Joaquín Planell, fueron las principales apuestas dirigidas a garantizar un desarrollo tecnológico autónomo, que solventara los problemas prácticos a los que se enfrentaba la producción industrial española de la época, mediante la adaptación o sustitución de tecnología extranjera.Sede OCDE París |
Éste se convirtió en el centro de la política científica española a través de la dotación de becas para el estudio en el extranjero, la creación de institutos de investigación o la incorporación de científicos extranjeros, fundamentalmente italianos que tras la derrota del fascismo encontraron acogida en España, como ocurrió en el caso de la CETA. A finales de los años cuarenta en el CSIC se podía distinguir dos divisiones básicas: la académica y la tecnológica.
En estos años, la más significativa fue la rama tecnológica agrupada alrededor del Patronato Juan de la Cierva que, en colaboración con la industria, fundamentalmente el INI, trató de convertirse en la base de un desarrollo tecnológico autónomo concebido como el fundamento del crecimiento industrial. Para el cumplimiento de dicha tarea se fundaron o revitalizaron institutos como el del Carbón, Hierro y Acero, hasta su incorporación a ENSIDESA, y el Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja, que obtenían parte de sus recursos a través de tasas parafiscales procedentes de las empresas del sector.
En definitiva, si la guerra civil provocó la paralización de la actividad de la Junta para Ampliación de Estudios (JAE) y de la universidad, el triunfo del bando nacional y la imposición de la dictadura franquista destruyó totalmente la Institución Libre de Enseñanza (ILE), basada fundamentalmente en la libertad y la creatividad, para imponer a cambio el pensamiento único y metafísico de la ciencia. Todo ello supuso la destrucción del incipiente, pero consolidado, sistema científico español, cuyos primeros pasos se gestaron durante la llamada Edad de Plata de la ciencia y la cultura española, en algunos casos, como en el de las ciencias biomédicas, la situación en 1936 estaba en condiciones de consolidar una comprobada y firme tradición científica e investigadora, en otros casos como la Física y la Química el horizonte era claramente esperanzador, todo ello naufragó en la noche oscura del franquismo, que logró plenamente los objetivos marcados en el preámbulo de la Ley de creación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de retornar a la situación anterior al siglo XVIII: “Tal empeño ha de cimentarse, ante todo, en la restauración de la clásica y cristiana unidad de las ciencias destruida en el siglo XVIII”.
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